«Pasaron casi 100 años del proyecto mexicano que signó la producción del muralismo posterior en la región y el país. Resulta evidente que las motivaciones, las expectativas, los espectadores, la cultura visual y el contexto que llevó a actuar a los muralistas de la tradición que acabo de mencionar, han cambiado. Ahora, ¿los muralistas asumieron que han cambiado? ¿Cómo se traduce eso en sus prácticas e imágenes? ¿Están logrando estas imágenes interpelar a públicos masivos, bombardeados por publicidades y variados estímulos que reciben, por ejemplo, del multitask del celular? ¿Sigue siendo el muralismo una práctica legítima y eficaz para hacer política, construir identidad y comunicar valores como lo hicieron antaño otras experiencias en América Latina?», Ignacio Soneira.